9 de julio de 2014

The many-worlds interpretation

En una carta que enviaste el año pasado decías “quiero un silencio tan perfecto que se escuchen mis latidos taquicárdicos, quiero una soledad tan completa que se vean mis caricias ausentes como trazos invisibles”. No tenía destinatario. Tú eres un platónico, ¿no es así? Crees que podrás encontrar en un ser la forma de tu sueño. Tu idea de perfección es, sin embargo, extraña. No pareces querer algo para ti. Quieres doblegarte ante una mano, o una boca. Que no te escuchen cuando hables de cosas aburridas. Que se opongan. Que te discutan. Que te odien cinco minutos antes de un beso. La delicia de unos ojos que te penetran con sagacidad, de las palabras que se adelantan a las tuyas.

Ensayaste mil veces cómo besar con una dulce y desesperanzada ternura ese cuello de estatua griega, marmóreo, que hace mucho no ves. El reverso de todas tus fantasías es un vacío tan profundo...: el dolor de lo que te hace falta. ¿Cómo acercarse a lo sublime? Ella no cree en esta línea. Tú sí crees. En lo más encumbrado de tus sueños ella apenas roza la posibilidad. Jamás te habías sentido tan pequeño. Crees que en un millón de mundos alternos debe haber alguno donde seas feliz con ella, y ese dolor te parece insoportable.

j/e

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