12 de julio de 2014

Querer

Somos torturados por el peso de nuestras indecisiones, por el voluminoso peso de estar parados en situaciones que no queremos. Y estar donde queremos, a veces, requiere de coraje. Entonces llega el vacío: ese dolor de lo que nos hace falta. Notamos tanta ausencia, y somos tan frágiles y tan tontos.
«Si tan solo...» nos decimos. No hay tal cosa como el destino. El peso es asumir la libertad y golpear con ella todas las puertas. Equivocarse, después de todo, es inevitable para ser felices. Ninguna situación es perenne por sí misma, nosotros le damos continuidad.

j/e

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