Soy el eco de tu grito buscándome
y mi propio grito de respuesta se solapa con el tuyo.
Nos estamos soñando uno al otro,
sitiados en nuestra piel,
en esa inmensa soledad que es uno mismo,
coexistimos en estados diferentes de conciencia.
Nos une algo más que la voluntad,
confiamos en que el destino es sabio,
pero flaqueamos con la duda,
cada elección es un rechazo de algo.
Cada ser es una confluencia histórica
de fuerzas que se contrarrestan.
La inmovilidad es el único movimiento.
Solo cambia el mundo alrededor.
16 de febrero de 2014
31 de enero de 2014
25 de enero de 2014
Sobre una charla
Estar mirando a la gata jugar con una bolsa de plástico. Hablar con una amiga sobre momentos definitivos. No odiar a nadie, no sentir dolor por el pasado, o añorar ese dolor lejano solo porque ya pasó, o porque estuvo ligado a intensas emociones.
El cuaderno amarillo en el que escribo tiene una bondad de persona, la suavidad de una piel que quisiera tocar, porque en estas circunstancias los objetos rígidos lastiman. Porque el calor de otro ser humano es una hoguera que reduce las vastas dimensiones del mundo.
Ella está vulnerable y tiene miedo. La han hecho sufrir. Yo me muestro vulnerable en cambio: no soy un peligro. Nos escribimos y las palabras nos caen como un bálsamo, la tranquilidad es exquisita.
El olor de café, las baladas de Nick Cave, los libros caóticos y trágicos de Paul Auster. Las hojas son fotografías (las notas en viajes, los versos escritos detrás de los libros). Las ilusiones depositadas en el whisky o en el tinto.
La esperanza.
El cuaderno amarillo en el que escribo tiene una bondad de persona, la suavidad de una piel que quisiera tocar, porque en estas circunstancias los objetos rígidos lastiman. Porque el calor de otro ser humano es una hoguera que reduce las vastas dimensiones del mundo.
Ella está vulnerable y tiene miedo. La han hecho sufrir. Yo me muestro vulnerable en cambio: no soy un peligro. Nos escribimos y las palabras nos caen como un bálsamo, la tranquilidad es exquisita.
El olor de café, las baladas de Nick Cave, los libros caóticos y trágicos de Paul Auster. Las hojas son fotografías (las notas en viajes, los versos escritos detrás de los libros). Las ilusiones depositadas en el whisky o en el tinto.
La esperanza.
Interpretación de un momento cósmico
Si hubiese
un instante de mi vida al que llamaría cósmico sería este. Estuviste
sentada durante 20 minutos, mirando hacia tu libro. ¿Qué leías tan
gracioso que reías sin que importara que otros te
vieran? Después, quizá, llegabas a párrafos que te trastornaban por
completo, entonces ponías semblante serio y mirabas oblicuamente hacia
la nada.
Yo
te miraba a ti, a tus ojos, tus pestañas, la comisura de tus labios.
Grabé tu mirada como triste, tu mano izquierda sosteniendo tu barbilla y
tu mano derecha dándole vueltas a las páginas y tus piernas cambiando
de posición y el ángulo de luz solar a esa hora del día hacía brillar la
superficie de tu piel. Un viento ligero soplaba tu cuello descubierto.
Un muchacho con bastón te pidió permiso para sentarse, encendió un
cigarrillo y tú lo miraste y sonreíste. Después él se fue. Seguiste
sentada, seguí observándote. Fue hermoso cuando retiraste un hilo de
cabello de tu cara y lo acomodaste en tu oreja. Fue hermoso cuando
humedeciste tus labios con la lengua. Fue hermoso cuando sentiste frío y
te frotaste las manos en las piernas. Fue hermoso verte sola e imaginar
que tenía el valor para abrazarte.
¿Por
qué? Me sentí como restos de hierro alineándose encima de un imán.
Parecías el agua que cae en una tierra seca, quería beberte ávidamente,
celosamente. Me sentí sitiado en mi epidermis. Después te levantaste y
fui detrás de ti, no siguiéndote, no acechándote. Solo caminé siguiendo
el trazo de tus pasos. Te subiste a un autobús. En el último momento
miraste a través de la ventana, fijamente hacia mis ojos, yo parado en
una esquina solo pude sentirme abandonado. ¿Debí amarte en ese momento?
¿Cuándo es suficiente el conocimiento de otro? Tuve la sensación de
estar recordándote mientras te miraba, quisiera poder explicártelo.
Compartíamos un espacio vinculado por tantas cosas..., el aire que salía
de tus pulmones entraba a los míos. Me sentí dos años después,
recordando un instante bellamente imperfecto, imposible. Convergimos, y
nos separaríamos. ¿No duele eso? Yo sabía tanto de ti, tú nada.
Mañana existiré de nuevo cuando te vea bajar del autobús y no me reconozcas. Me sentaré a mirarte. Me sentiré completo.
15 de diciembre de 2013
Acerca del futuro
En la nota dice
"soy una ciudad en ruinas".
Dice
"soy una triste flor
que recibe
su última dosis de agua".
Dice, además
"los planes que no le dan continuidad
a la línea de una vida
la bifurcan,
la multiplican,
pero la vida se reduce".
En la nota no dice,
pero lo intuímos,
que nos vamos muriendo de a poco
para no notarlo.
Que
la vida
la construimos de retazos de otras vidas.
Que,
oh,
que nos vamos muriendo de a poco
y cuando lo notamos
ya estamos
muertos.
"soy una ciudad en ruinas".
Dice
"soy una triste flor
que recibe
su última dosis de agua".
Dice, además
"los planes que no le dan continuidad
a la línea de una vida
la bifurcan,
la multiplican,
pero la vida se reduce".
En la nota no dice,
pero lo intuímos,
que nos vamos muriendo de a poco
para no notarlo.
Que
la vida
la construimos de retazos de otras vidas.
Que,
oh,
que nos vamos muriendo de a poco
y cuando lo notamos
ya estamos
muertos.
13 de diciembre de 2013
Voy camino a mi perdición.
Quiero destruirme de un modo audaz y definitivo.
Quiero ser la huella de un haz de luz del espectro no visible,
la convergencia histórica de ideologías muertas.
Una mariposa en reversa.
Un muerto de hambre del tercer mundo,
fuente de reformas políticas mundiales,
fuente de libros,
congresos,
premios Nobel,
palmadas de hombro hipócritas
y fotografías de National Geographic.
Quiero ser un programa de fomento a la lectura mexicano.
Un adolescente amante de los narcocorridos
que ha dejado de ir a la secundaria.
Un universitario que pregunta
quién fue Benito Juárez,
y que solicita en su clase de historia
que no se usen palabras extrañas
como
«neoliberalismo».
Voy a ignorar mi existencia paulatinamente,
voy a desaparecer.
Voy a comprar un televisor de cuarenta pulgadas
y quientos canales.
Las calles no tienen doscientos mil muertos,
no se escuchan balazos,
son irreales.
Los políticos están haciendo reformas audaces,
nuestro bienestar, quiero decir,
los bailes y las fiestas patronales
y los programas de entretenimiento,
estarán a salvo.
La realidad es, digamos, una ficción montada por televisa.
Soy un ser colectivo.
No hay yo, solo un nosotros, un esto.
Nada.
Gracias.
Quiero destruirme de un modo audaz y definitivo.
Quiero ser la huella de un haz de luz del espectro no visible,
la convergencia histórica de ideologías muertas.
Una mariposa en reversa.
Un muerto de hambre del tercer mundo,
fuente de reformas políticas mundiales,
fuente de libros,
congresos,
premios Nobel,
palmadas de hombro hipócritas
y fotografías de National Geographic.
Quiero ser un programa de fomento a la lectura mexicano.
Un adolescente amante de los narcocorridos
que ha dejado de ir a la secundaria.
Un universitario que pregunta
quién fue Benito Juárez,
y que solicita en su clase de historia
que no se usen palabras extrañas
como
«neoliberalismo».
Voy a ignorar mi existencia paulatinamente,
voy a desaparecer.
Voy a comprar un televisor de cuarenta pulgadas
y quientos canales.
Las calles no tienen doscientos mil muertos,
no se escuchan balazos,
son irreales.
Los políticos están haciendo reformas audaces,
nuestro bienestar, quiero decir,
los bailes y las fiestas patronales
y los programas de entretenimiento,
estarán a salvo.
La realidad es, digamos, una ficción montada por televisa.
Soy un ser colectivo.
No hay yo, solo un nosotros, un esto.
Nada.
Gracias.
3 de junio de 2013
{esbozo}
- Escuché algo: "cállate", después oí un disparo. Después me desperté, creo. Eran las 12:00 am, recibí un mensaje, ella llegaría a las 3 pm, tenía cinco horas para eso. Hice lo habitual, aunque no estoy seguro de que esa sea la palabra. Tenía esa sensación, ¿sabe? De extrañeza, de no estar familiarizado. Conocía... cómo puedo explicarlo, tenía un conocimiento preciso de las cosas... dónde estaba el café, qué marca tenía, mi ropa, pero al moverme, al sortear la puerta, al oler el café... no podía asociarlo a nada, a un sabor, a un momento pasado, nada. Cuando estuve listo fui a la central, por ella. Había recibido un mensaje de que me estaba esperando. Busqué su cara pero no la vi. Le envié un mensaje por celular, le decía que estaba parado buscándola y no la veía. Sonó un celular a unos diez metros. Una muchacha de cabello ondulado y blusa morada se levantó, miro alrededor y se volvió a sentar. Recibí un mensaje inmediatamente "estoy aquí, no te veo, traigo una blusa morada".
- ¿De su número?
- Sí, su número, lo tengo registrado. Se lo mostraré.
- Corrobore este número con nuestros registros... Continué.
- Le respondí diciéndole que sólo había una persona con blusa morada en toda la sala de espera. Me dijo "soy la única persona con blusa morada entonces". Me pareció extrañísimo, ya sabe, . Puede tener una idea, todo el día me había sentido extraño... alienado. Después pasa esto... que mi recuerdo de cómo era ella no concordaba con lo que estaba viendo, ¿qué se supone que piense? ¿Era una agnosia? Quiero decir, no la reconocí, la cara que recuerdo no concordaba, nada concordaba. Fui hacia ella, marqué su número cuando me encontraba lo suficientemente cerca. Contestó...
- ¿Entonces perdiste el conocimiento?
- No inmediatamente, pude oírla, incluso alcancé a acercarme y le toqué el hombro.
- Es curioso que hayas pasado un día entero sin ver tu reflejo.
- ¿Qué dice?
- Toma ese espejo por favor. Mírate. ¿Recuérdas quién eres?
- No. ¡No soy ese!
- Cálmate, relájate. Quiero que me digas algo. Cuando la viste ¿no tuviste la sensación de que fuera ella?
- No. Quiero decir, esa no era su cara, no era su apariencia.
- Lo sé. Me refiero a si no notaste algo que te hiciera reconocerla, una percepción conciente de ella, ignorando su apariencia.
- No, nada.
- Hum. Intentaré explicarte lo que pasó. Codificamos tus recuerdos. Es decir, intentamos deducirlos en términos de códigos de frecuencias eléctricas para reproducirlos después en otro cerebro. ¿Recuerdas la apariencia precisa de la mujer que esperabas?
- Permítame...
- No te esfuerces. No la recuerdas, pero sí sabes que ella no es como se veía, probablemente le asignaste una apariencia aleatoria. Pues bien, ese conocimiento es falso: ella sí es ella, en su cuerpo. Todos tus vínculos con ella carecen de una imagen de lo que ella es. Sólo logramos reproducir lo que podríamos llamar memoria emocional, pero no pudimos lograr que los recuerdos emocionales tuvieran significado y forma. Lo que tienes es un nombre que evoca ciertas emociones asociadas. En principio debería funcionar, deberías haber asociado también su fisonomía. No entendemos qué pasó, no llegaste a consolidar ese recuerdo y olvidaste su apariencia física. No pudiste experimentarla a ella, no como experimentas una manzana, la manzanez de la manzana, por decirlo de una forma.
- ¿De su número?
- Sí, su número, lo tengo registrado. Se lo mostraré.
- Corrobore este número con nuestros registros... Continué.
- Le respondí diciéndole que sólo había una persona con blusa morada en toda la sala de espera. Me dijo "soy la única persona con blusa morada entonces". Me pareció extrañísimo, ya sabe, . Puede tener una idea, todo el día me había sentido extraño... alienado. Después pasa esto... que mi recuerdo de cómo era ella no concordaba con lo que estaba viendo, ¿qué se supone que piense? ¿Era una agnosia? Quiero decir, no la reconocí, la cara que recuerdo no concordaba, nada concordaba. Fui hacia ella, marqué su número cuando me encontraba lo suficientemente cerca. Contestó...
- ¿Entonces perdiste el conocimiento?
- No inmediatamente, pude oírla, incluso alcancé a acercarme y le toqué el hombro.
- Es curioso que hayas pasado un día entero sin ver tu reflejo.
- ¿Qué dice?
- Toma ese espejo por favor. Mírate. ¿Recuérdas quién eres?
- No. ¡No soy ese!
- Cálmate, relájate. Quiero que me digas algo. Cuando la viste ¿no tuviste la sensación de que fuera ella?
- No. Quiero decir, esa no era su cara, no era su apariencia.
- Lo sé. Me refiero a si no notaste algo que te hiciera reconocerla, una percepción conciente de ella, ignorando su apariencia.
- No, nada.
- Hum. Intentaré explicarte lo que pasó. Codificamos tus recuerdos. Es decir, intentamos deducirlos en términos de códigos de frecuencias eléctricas para reproducirlos después en otro cerebro. ¿Recuerdas la apariencia precisa de la mujer que esperabas?
- Permítame...
- No te esfuerces. No la recuerdas, pero sí sabes que ella no es como se veía, probablemente le asignaste una apariencia aleatoria. Pues bien, ese conocimiento es falso: ella sí es ella, en su cuerpo. Todos tus vínculos con ella carecen de una imagen de lo que ella es. Sólo logramos reproducir lo que podríamos llamar memoria emocional, pero no pudimos lograr que los recuerdos emocionales tuvieran significado y forma. Lo que tienes es un nombre que evoca ciertas emociones asociadas. En principio debería funcionar, deberías haber asociado también su fisonomía. No entendemos qué pasó, no llegaste a consolidar ese recuerdo y olvidaste su apariencia física. No pudiste experimentarla a ella, no como experimentas una manzana, la manzanez de la manzana, por decirlo de una forma.
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